Descanso
Descanso…
Los días en que había nevado se volvía loco. Este perro -pensó- tiene que tener sus raíces en los pirineos…
Una y otra vez escarbaba con sus uñas en la escasa nieve que quedaba en el camino, y entregaba a su dueño una pequeña piedra, a modo de tesoro. Él la lanzaba con fuerza y el animal corría. Sin más. Así pasaban estos dos amigos las últimas horas del día.
– Venga Koeman, vamos¡¡ no te quedes ahí… Que la piedra está al otro lado… ¿qué haces ahí?. Definitivamente, estás perdiendo facultades. -Se acordó de la primera vez que lo vió en la perrera. Robusto y rápido… pero un tanto torpe a veces. Le recordó al defensa del Barça… y con ese nombre se quedó.
Koeman se movía inquieto, apartando las piedras de un montículo, que había junto al camino. Concentrado, a pesar de las voces de su amo. Cuando éste llegó a la curva, medio cuerpo desnudo permanecía ya desenterrado. Sintió un mareó y se apoyó en el árbol. Volvió a mirar. Parecía una niña…
***
– García, Levanta¡
– Pero, que coño quieres ahora. Tanto me echas de menos. ¿Has visto la hora que es?
– Levanta en serio, me acaban de llamar de comandancia, ha aparecido un cuerpo y puede ser el nuestro..
– ¿Dónde?
– En un camino, cerca de un pueblo de Salamanca
– … No me jodas, eso está a cinco horas de aquí por lo menos… no puede ser. ¿Estás seguro?
No hubo respuesta. Ya había colgado. Significaba que tenía que ponerse los vaqueros y salir cuanto antes…
***
No dio tiempo ni a un primer tono, cuando ella descolgó:
– Capitán pasa algo?
– Hola Gloria. Siento las horas… -por un segundo pensó que no tenía que haber llamado. 20 años de servicio y era la primera vez que un nudo ahogaba su garganta. Respiró hondo antes de seguir- No tenía que haberos llamado. Lo siento. Sólo es por deciros que salimos de viaje hacia Salamanca. Ha aparecido una chica. No hay nada fiable, de momento. En unas horas os vuelvo a llamar. ¿Gloria?.. ¿estás ahí?
Su marido le interrogaba con la mirada. Ella sonreía, mientras las lágrimas caían sin control. Colgó el auricular. Desconectó el cable del teléfono y apagó la luz de la mesilla. Se abrazaron fuerte y en silencio.
Al fin, durmieron…
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