15 marzo, 2011
Yo creo que hay gente que tenemos un don… por estúpido que sea, un don al fin y al cabo. En mi caso, el Señor (el que sea) me ha dado el don de grabar en mi cerebro ‘frases legendarias’… y digo que es un don, porque mientras otros reciben una frase sin inmutarse, y la rechazan o siguen a otra cosa, yo no. Mi cerebro cuando oye una frase que apuntan a ser legendaria, paraliza el resto de funciones e inmediatamente la copia en el disco duro. El conjunto de palabras queda almacenado para después expulsarlas cuando surge el momento oportuno. Nuestra misión (porque todo el que tiene un don, tiene una misión… sino pa qué) es transmitir de generación en generación este conocimiento y evitar que se pierda. Así lo hizo mi abuela, así lo hace mi padre y así lo haré yo, hasta que detecte en alguno de mis hijos este don… y pueda descansar. Yo he bautizado estas frases como ‘legendarias’, en honor a Barney, de ‘Cómo conocí a vuestra madre’… pero pueden recibir otros nombres.
Dicho esto, voy a contarlos la última frase que ha almacenado mi cerebro: un hombre, de mediana edad, caminaba pensativo y de repente se para como si hubiera visto un ‘ente’. Con el rostro compungido se dirige a su acompañante para espetarle: – ‘Vienen aires de cambio’. La pareja recibe la información, aprieta los labios, frunce el ceño y finalmente, sin decir nada, mueve la cabeza afirmativamente. Con la confirmación del hecho, ambos siguen a lo suyo.
¿Nos encontramos en un documental sobre la transición española? ¿Era quizá el pasillo del congreso y se anunciaba el fin de ZP? No, la cita la recogía mi cerebro en plena calle, en medio de una obra de construcción y los protagonistas eran dos obreros, carretilla en mano. Como quiera que en las obras en plena calle las puertas están abiertas, el obrero número 1 al pasar por un cruce de calles sintió que el frío se apoderaba de su cuerpo y tuvo que parar su ruta en carretilla para informar a su compañero de faena, que venían aires de cambio. Vamos que volvía el frío.
Pero el destino (el que sea) quiso ponerme la escena delante para que almacenara la frase. ¿Cómo saber si ésta pasará de chascarrillo, a dicho, a frase curiosa o a una frase mítica? sólo el tiempo lo dirá.
¿Cuándo una frase se convierte en legendaria? pues cuando tiene un uso y se transmite de generación en generación, pero en un ámbito reducido. Si no, se convierte en un refrán popular…. y eso es otra movida.
Las frases de mi abuela Rosa
— Mi abuela Rosa tenía el don, tanto que -supongo que por miedo a irse sin transmitirlo- acabó sus días repitiendo frases legendarias. De hecho, al final, su conversación quedó reducida a eso. Ella estaba en sus quehaceres diarios, llámense ganchillo, llámense rosario… y cuando algo sucedía a su alrededor susceptible de su atención, ahí que te la ‘colocaba’.
Por ejemplo, si alguien se iba de casa y se despedía, entonces le espetaba un ‘Por tu cuenta, viajas’. Esto valía también para cuando alguien hacía algo sólo, sin encomendarse a nadie o desoyendo consejos de otros… más o menos seria una versión de la más popular ‘por tu cuenta y riesgo’ o de la ‘amenza legal’ ‘bajo tu responsabilidad’.
— Cuando alguien a su alrededor se probaba una prenda nueva o se ponía guapo para salir de casa, entonces ella dejaba el ganchillo, se bajaba ligeramente las gafas de cerca y decía: ‘Ahí está no le quites el mandil, mira que no tiene otro la pobrecita infeliz’. Nunca profundizamos en el contenido y, como lo decía siempre con una sonrisa amable, creo que ‘ibamos bien’… aunque lo de ‘pobrecita’… bueno, vamos a dejarlo.
— Cuando había un revuelo inesperado en casa, o bien rompíamos algo (vaaale, rompía… que también puedo tener el don de romper alguna que otra cosa que cae a mis manos, aunque no he encontrado la misión, salvo la del fomento del consumo), entonces, ella soltaba un ‘A joder tocán¡¡... seguido de un ‘y a misa va el que quiere’.
— Cuando a mi hermano y a mí nos veía inquietos y tramábamos algo, entonces utilizaba ‘está llegando el demonio’ o ‘cuando el demonio no sabe que hacer, con el rabo mata moscas’.
—Y cuando mi madre me daba unos pantalones a probar, con los bajos arreglados o la entrepierna zurzida, entonces ella soltaba el rosario para decir ‘Ay’ cuanto me quiere mi madre, que me ha hecho unos pantalones nuevos de unos viejos de mi padre’. Ni decir tiene que siendo el pequeño de seis hermanos, entendí bien ese concepto y sufrí esta frase legendaria durante mucho tiempo.
Y en fin… hay bastantes más con el sello de mi abuela, pero mi cerebro sólo las suelta en el momento oportuno y ahora no toca, así que intentaré estar preparado cuando me lleguen.
Las cosas de mi padre
Las de mi padre siempre fueron de un carácter más instructivo o educativo. Así cuando eramos pequeños, si estábamos en un bar o en una reunión de adultos, y nos daba por meter baza o interrumpir… entonces nos decía: vosotros, ‘oir, ver y callar’. Tan escueto, como amenazante. No va más. Lo entendíamos perfectamente y seguíamos a lo nuestro… que seguramente sería beber una ‘mirinda en dos vasos’. Esto no es que se considere una frase legendaria, más que nada por la quiebra de ‘mirinda’, pero la verdad es que como mi hermano ‘más cercano’ y yo nos sacábamos un año… cuando eramos pequeños nos tocó compartir muchas mirindas… y la frase de mi padre al pedirla en los bares, también está almacenada.
— Cuando salíamos de casa a un ‘entorno’ diferente al nuestro: geográfico, cultural, etc… entonces lo que nos recordaba al salir era: ‘donde quiera que fueras, haz según vieras’. seguido o precedido de un ‘portaros bien’.
— Pero quizá la más legendaria es su versión de ‘cada uno ve la feria, según le va en ella’… Él utiliza la frase ‘cada uno corre según la prisa que tiene’. Y ésta, os digo, vale pa todo, porque es una realidad como un templo.
Las de mi tío Jesús
— Para verdades como puños, las de mi tío Jesús, que quizá por que fue durante mucho tiempo obrero de la construcción, atesora alguna de esas frases míticas… aunque no tan profundas como las de mi abuela ni tan ‘educativas’, como las de mi padre.
El siempre decía esa de ‘no hay más cojones que la bragueta llena’. No hace falta explicarla, no?
— y Como obviedad, también la que espetó después de hincharse a comer un día, cuando le trajeron un postre que no era de su agrado. Lo rechazó diciendo ‘Si es que yo… una vez que me templo, soy de poca comida’.
… Y en fin, que estas son algunas de esas frases legendarias de mi familia. Así que lo dicho, seguiremos al tanto, y si tienes alguna en tu entorno, no dudes en enviármela(gonvi4c@gmail.com)… que las recogeré en un blog o libro o donde sea, con tal de cumplir la misión divina que me ha sido encomendada.
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